3, 2, 1, fuera!! Son las cero horas... el comienzo del día fuera de tiempo.
Un día extra algo extraño, un tiempo de sobra para saborear, una jornada en exceso pero no de peso. La madrugada de sutiles sonidos, adormece mis extremidades y empiezo a flotar. Es tiempo de salir y hoy sé que puedo volar. El aire fresco y liviano, me trasporta hasta llegar al mar, pero no a un mar de agua salada, ni un mar de dudas ni de lágrimas. En este mar hoy las mareas no marean y las olas que llegan a la orilla están cargadas de sensaciones. Una oleada me hacer reír sin por qué y sin parar, pero enseguida otra onda me sacude bruscamente poniéndome a bailar, y no termino de menear que un nuevo oleaje me hace estornudar, mis ojos se humedecen y no puedo evitar llorar.
A lo lejos veo algo luminoso y decido inspeccionar, ahora repto en la arena dejando mi huella detrás. Y así llego a una gran fogata que no puedo dejar de mirar, me pierdo entre sus llamas destellantes que bailan un bello ritual. Se escucha la madera crepitar, encriptada en una masa cálida que ahora comienza a quemar.
Sentado frente al fuego hoy puedo meditar, en este fuera de tiempo que me ayuda a imaginar. De pronto ya no estoy solo, la música comienza a sonar y de agujeros en la arena unas almas comienzan a celebrar. En un rito desenfrenado no paramos de vibrar, en el aire ahora hay paz, pero yo ya no puedo volar.
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